lunes, 28 de noviembre de 2011

Un Día como hoy 02 de Diciembre

1817 
Nace en Buenos Aires el poeta José Mármol, autor de la novela "Amalia".Fue director de la Biblioteca Nacional. Falleció en Buenos Aires el 9 de agosto de 1871. 




Biografía
José Mármol nació en la ciudad de Buenos Aires en 1818. Aunque hizo estudios de derecho en esta ciudad, no los terminó; llevado, sin duda, por el entusiasmo con que se dedicó a la política y los azares a que ésta sometió su vida. En 1839, cuando apenas comenzaba a actuar en la vida pública, aunque ya había logrado notoriedad' * fué detenido durante seis días con incomunicación y engrillado. Un año y medio más tarde, no hallando segura su vida, Mármol se expatriaba a bordo de una goleta francesa que lo llevó a Montevideo. Allí trabó íntima relación con todos los proscriptos, apenas llegado. Juan Bautista Alberdi, Florencio Varela,Esteban Echeverría, Juan María Gutiérrez, Miguel Cané, lo acogieron con simpatía. Tres años duró aquel período José Mármol de su vida en el Uruguay. Se vio obligado a interrumpirlo, huyendo del peligro que para él significaba el sitio de Montevideo por tropas de Oribe, amigo de Rosas. Dirigióse a Río de Janeiro. Residió en la capital carioca hasta febrero de 1843, fecha en que salió a bordo de la Rumania, rumbo a Chile. Pero no pudo llegar a su destino por impedírselo las tempestades, que casi hacen zozobrar la embarcación. Después de dos meses de luchar con las olas, arribó de nuevo a Río de Janeiro. En esa ciudad estuvo hasta 1845, en que regresó a Montevideo, de donde volvió a Buenos Aires a la caída de Rosas. Durante trece años había vivido fuera de la patria. Ésta lo eligió, primero, senador en la provincia de Buenos Aires, y luego diputado nacional. El cargo de ministro plenipotenciario, que no pudo desempeñar en Chile por la ruptura de Urquiza, que lo había nombrado, con Buenos Aires, lo desempeñó más tarde en el Brasil. Fue, a partir de 1868, director de la Biblioteca Nacional, hasta que, afectado de un grave mal a la vista, se retiró de toda actividad. Murió en 1871. Una vida tan accidentada como la de Mármol no pudo menos de influir en la obra literaria que realizó, sobre todo dado su temperamento y género de inspiración, que lo alistaban entre los románticos. Descolló sobre los poetas de su tendencia, significándose como el de más fuerza expresiva y cuerda más variada. Su misma vida le dió los temas y vivió tan intensamente, que sus obras desbordan apasionamiento. Donde éste alcanza expresiones más violentas es en los trabajos periodísticos, que realizó activamente durante todo el tiempo de la expatriación; fundó en Montevideo tres periódicos; el más importante, La Semana- y colaboró en muchos otros. Alcanzó en todos brillante notoriedad, no tanto por la norma, siempre descuidada, ni por la variedad de las ideas, repetidas con monotonía, sino por la virulencia y la constancia con que atacó a Rosas y sus amigos, de cuya política se convirtió más tarde en acusador máximo. Al lado de su labor de publicista político está la de poeta lírico, dramático y novelista, realizada también durante su ausencia de la patria. En Montevideo publicó (1847) seis cantos del poema El Peregrino, que debió tener doce, compuestos al compás de sus andanzas y, aunque inspirados por el Childe Harold, de Byron, completamente autobiográficos y llenos de episodios auténticos, como el de la tormenta en alta mar, que Mármol sufrió a bordo de la Rumania. Explayó en este poema sus condiciones de pintor y sus sentimientos amorosos. Hállanse, sin embargo, estrofas llenas de colorido y pasajes amatorios plenos de delicadeza al lado de pasajes desordenados e irregulares, carentes de belleza, e imprecaciones políticas nunca ausentes en la obra de Mármol, cualquiera sea su género. Las composiciones líricas, íntimas, producto de su reacción ante la naturaleza y los sentimientos humanos, agrupándolas en Armonías (1851), también publicadas en la capital uruguaya. Ellas lo señalan como poeta nato por su musicalidad y facilidad. En 1844 había dado a las prensas la primera parte de Amalia cuya segunda parte apareció años después en Buenos Aires, novela de costumbres, de la cual se habla en otro lugar, y autobiográfica, que ha hecho popularísimo junto con sus alejandrinos de la famosa maldición "A Rosas, el 25 de Mayo de 1843"- el nombre de Mármol. Publica, además, en 1851 El Cruzado, drama que en unión de El Poeta, estrenado en 1847, constituye su producción del género, y con la que contribuyó a dar continuidad al teatro argentino. Ni su citada novela ni estas dos obras se apartan de la desigualdad que es característica en Mármol. Junto a excelentes páginas se encuentran otras insignificantes. Las influencias que se descubren en Mármol son, además de Byron, ya citado, Chateaubriand, Espronceda y Zorrilla. El primero, al explayarse en magníficas descripciones de la naturaleza americana, señaló a los poetas de este lado del Atlántico un inexplorado camino que muchos emprendieron, Mármol entre ellos. Los dos vates españoles, por su verbalismo, frondosidad e imaginación, tenían identidad de condiciones con el autor de El Peregrino, y como soles mayores necesariamente debían atraerlo.
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Obras





Obras
AMALIA 
En Amalia, compuesta por José Mármol durante su exilio en Montevideo el autor se propuso narrar la situación política que se vivía en Buenos Aires en 1840, ' describir en ironía retrospectiva personajes que viven en la actualidad". Efectivamente uno de los logros fue el relato y la ilusión creada en el lector contemporáneo de que no leía sucesos presentes sino más lejanos en el tiempo. Por esta razón todavía se discute si Amalia es una novela histórica o política.
ESTRUCTURA EXTERNA Y CONTENIDO
La novela está dividida en cinco panes y consta de setenta y siete capítulos. El hilo conductor del relato son las peripecias airosas de Amalia y Eduardo Belgrano. Eduardo es herido al intentar huir de Buenos Aires para incorporarse a los rebeldes que combaten contra Rosas. Su amigo Daniel Bello lo salva y le ofrece refugio en la casa de su prima, una joven viuda llamada Amalia. Los dos primos fingen ser partidarios de Rosas para poder luchar en su contra y salvar a Eduardo. Amalia y Eduardo se casan en la víspera de una proyectada huida pero mueren a manos de la Mazorca.
EL MARCO HISTÓRICO 
El trasfondo histórico de estos amores es la situación política del país en 1845, llamado año del teatro. Éste fue el año de la frustrada campaña de Lavalle para derrocar a Rosas y de la represión ejecutada a través de la Mazorca. Lavalle no aparece como personaje pero las vicisitudes de su marcha hacia Buenos Aires y de su posterior huida determinan los acontecimientos más importantes del relato. En algunos pasajes el narrador se dirige a él para reprocharle su retirada.
LOS PERSONAJES
Los personajes históricos se conectan con los personajes puramente ficcionales. Entre los primeros que se incorporan a la novela con sus nombres y apellidos se destacan los retratos de Rosas (descripto como la causa de todos los males vividos por los protagonistas), María Josefa Ezcurra (cuñada y aliada incondicional de Rosas) y Manuelita Rosas. Entre los personajes de ficción sobresalen Amalia Daniel Eduardo y Florencia. Según la caracterización típica del folletín unos y otros están agrupados a partir de un eje de oposiciones que los separa en buenos o víctimas y malos o victimarios. Siguiendo las pautas de la estética romántica al lado de los personajes trágicos surgen otros que se relacionan con episodios cómicos o grotescos.
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Fundación Roberto Noble
Amalia / 1851 

José Mármol (1818-1871) Fuente: Segunda edición, Buenos Aires, Imprenta Americana, 1855. 


Indice
ExplicaciónPrimera parte
I. Traición 
II. La primera curación 
III. Las cartas 
IV. La hora de comer 
V. El comandante Cuitiño 
VI. Victorica 
VII. El caballero Juan Enrique Mandeville 
VIII. El amanecer 
IX. El ángel o el diablo 
X. Una agente de Daniel 
XI. Donde aparece el hombre de la caña de la India 
XII. Florencia y Daniel 
XIII. El presidente Salomón 
Segunda parte
I. Amalia Sáenz de Olabarrieta 
II. Cómo una sola puerta tenía tres llaves 
III. Treinta y dos veces veinticuatro 
IV. Quinientas onzas 
V. La rosa blanca 
VI. Veinte y cuatro 
VII. Escenas de un baile 
VIII. Daniel Bello 
IX. Promesas de la imaginación 
X. Donde continúan las escenas de un baile 
XI. Escenas de la mesa 
XII. Después del baile 
Tercera parte
I. En Montevideo 
II. Conferencias 
III. Continuación del anterior 
IV. Indiscreciones 
V. Monólogo en el mar 
VI. Doña María Josefa Ezcurra 
VII. La pareja 
VIII. Preámbulo de un drama 
IX. El primer acto de un drama 
X. Una noche toledana 
XI. Continuación del anterior 
XII. De cómo se leen cosas que no están escritas 
XIII. Cómo sacamos en limpio que Don Cándido Rodríguez se parecía a Don Juan Manuel Rosas 
XIV. Los dos amigos 
XV. Amalia en presencia de la policía 
XVI. Todos comprometidos 
Cuarta parte
I. El 16 de agosto 
II. El gobernador delegado 
III. De cómo era y no era gobernador delegado don Felipe 
IV. De cómo don Felipe Arana explicaba los fenómenos del magnetismo 
V. Así fue 
VI. Sor Marta del Rosario 
VII. Cómo don cándido se decide a emigrar y cuáles fueron las consecuencias de su primera tentativa 
VIII. La guardia de Luján y Santos Lugares 
IX. Manuela Rosas 
X. Continuación del anterior 
XI. De cómo empezó para Daniel una aventura de fábulas 
XII. El despertar del cura Gaete 
XIII. La casa sola 
XIV. Aparición 
XV. El jefe de día 
XVI. Continuación del anterior 
XVII. Patria, amor y amistad 
Quinta parte
I. Septiembre 
II. Santos Lugares 
III. Un vaso de sangre 
IV. Donde aparece como siempre nuestro don Cándido Rodríguez 
V. Pílades enojado 
VI. El contrabandista de hombres 
VII. El jefe de ronda 
VIII. La ballenera 
IX. La ronda federal 
X. Primavera de sangre 
XI. De cuarenta sólo diez 
XII. La ley de hambre 
XIII. El traje de boda 
XIV. Asilo inglés 
XV. Míster Slade 
XVI. De cómo don Cándido Rodríguez era pariente de Cuitiño 
XVII. El reloj del alma 
XVIII. El velo de la novia 
XIX. El tálamo nupcial 

Especie de epílogo 
Notas 

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Lunes 28 de noviembre de 2011
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1951 
Muere el ensayista y poeta Manuel Ugarte,defensor de la causa latinoamericana. Entre otras obras, es autor de "El porvenir de la América latina", "Mi campaña hispanoamericana", "El destino de un continente", "La patria grande" y "El arte y las democracias". Nació en Buenos Aires el 27 de febrero de 1875. 

Teoría, Crítica e Historia
El pensamiento latinoamericano del siglo XX
ante la condición humana: Argentina

"Manuel Ugarte ante la condición humana"

Liliana Barela
Noticias Bio-Bibliográficas
Manuel Baldomero Ugarte nació en Buenos Aires el 27 de febrero de 1875, aunque algunos consignan el año 1878, en papeles personales que se encuentra en el Archivo General de La Nación, verificamos la fecha de 1875. Sus padres, argentinos ambos, fueron Floro Ugarte y Sabina Romero. En 1881 ingresó al Colegio Nacional Buenos Aires, y en 1890 -a su regreso a Buenos Aires desde París- abandonó definitivamente el bachillerato para dedicarse a las letras.
En 1893 publicó un cuaderno de poemas, Palabras, que financió su padre y, poco después, Poemas grotescos y Versos y Serenatas. En octubre de 1895 fundó laRevista Literaria, de la que sería director. Esta revista, inspirada en la fundada por Rodó en Montevideo, recibió el elogio del propio Rodó, de Ricardo Palma y Almafuerte.
Después de la intervención norteamericana en Cuba en 1898, Ugarte decidió viajar a Estados Unidos. Este viaje constituye un punto de inflexión en su vida. A partir de ese momento se dedicó a atacar la política imperialista de ese país. Esta causa se convirtió en objetivo totalizador de su existencia y lo concretó recorriendo América Latina, denunciando al invasor y apoyando a los gobiernos que encararon una política independiente, de corte nacional.
Desde Estados Unidos pasó a México, interesándose por su historia para comprender con mayores elementos su conflictivo presente. Regresó a Europa, pasando primero por Cuba, y en París terminó su primera novela, Paisajes parisienses, que publicó en 1901.En octubre y noviembre de ese mismo año aparecieron en el diario El País de Buenos Aires sus dos primeros artículos anti-imperialistas: “El peligro yanqui” y “La defensa latina”.
En 1902 agrupó varios artículos periodísticos y los publicó en Crónicas de boulevard. En Madrid se puso en contacto con dirigentes y escritores socialistas. Publicó dos nuevos libros: La novela de las horas y los días Cuentos de la Pampa. En este último describía personajes y situaciones de la realidad argentina que conociera en sus primeros veinte años de vida.
En julio de 1903 se embarcó hacia nuestro país para adherir al Partido Socialista Argentino, y en el salón Operai Italiani, pronunció su conferencia “Las ideas del siglo”. Allí con lenguaje claro y sencillo Ugarte dice: “el socialismo no sólo es posible, es necesario” (Cúneo: 1955: 113). A pesar de sus manifestaciones anti-imperialistas, no mencionó ese tema en la conferencia.
En 1903 había publicado dos libros: Visiones de España y Mujeres de París, y en 1905El arte y la democracia, Los estudiantes de París y Una tarde de otoño. En el primero de los libros citados, Ugarte reunió una serie de relatos acerca de paisajes españoles y personajes vinculados a las letras. En El arte y la democracia, insistió en la necesidad de un mayor compromiso del escritor con su tiempo: “Enamorado de las letras que son quizás mi razón de vida, pero enemigo del literalismo, entiendo que nuestras épocas tumultuosas y febriles, el escritor no debe matar al ciudadano” (Ugarte: 1904: V)
En 1906 publicó Enfermedades sociales, ensayo sobre diversos vicios sociales, entre ellos la costumbre, la falta de libertad, la corrupción administrativa, las guerras impopulares, el miedo a la verdad, la intoxicación literaria, etc. Todos estos vicios, reconocía, derivaban de un mal común: el régimen capitalista. Este régimen que “urge reemplazar por una organización más de acuerdo con la cultura del siglo” (Ugarte: 1906:200).
En los primeros meses de 1908, Ugarte publicó Burbujas de vida. En él incluye un artículo suyo sobre las razones del arte social. La preocupación del autor se centró en las manifestaciones de un arte que deseaba “nacional”. Orientó esta búsqueda hacia una interpretación del arte comprometido con su tiempo, única posibilidad de estructurar una cultura que posibilite la identidad nacional y latinoamericana.
En 1910 publicó Cuentos Argentinos y adelantó en varios periódicos los resultados de sus estudios acerca de orígenes, caracteres y futuro de Hispanoamérica. A fines de ese año aparece El porvenir de la América Español, en el cual analizó los orígenes y los diferentes desarrollos de las dos Américas, denunció la política expansionista de Estados Unidos a costa del resto de los países americanos, propuso la necesidad de concretar una unificación basada en la comunidad de territorio, lengua, cultura, costumbres, origen y enemigos comunes. Este libro alcanzó amplia repercusión en América y en Europa.
El 14 de octubre de 1911, pronunció una conferencia en la Sorbona de París sobre “Las ideas francesas y la emancipación americana”. Dijo entonces: “ Como en el apólogo bíblico, hacia la Francia inmortal para decirte ante la prosperidad de un mundo: he aquí lo que hemos hecho con tu semilla” (Ugarte: 1922: 70). Toda la prensa francesa publicó reseñas y comentarios, y con este pivote comenzaba Ugarte su gira por veinte países latinoamericanos:
Quince días después (29 de octubre) partía yo con el fin de realizar la gira continental […] Quería entrar en contacto con cada una de las repúblicas cuya causa había defendido en el bloque, conocerlas directamente, observar de cerca su verdadera situación y completar mi visión general de la tierra americana, recorriéndola en toda su extensión, desde las Antillas y México, hasta el Cabo de Hornos (Ugarte: 1923: 43).
En primer lugar visitó Cuba, donde permaneció un mes. Recorrió el país y pudo apreciar la penetración imperialista norteamericana, reflejada aún en detalles cotidianos. El autor observó, empero, una actitud de descontento, de profundo sentimiento nacionalista. Dijo: “Bastaría un llamamiento autorizado o un grito oportuno para que se llenara como antes la manigua de guerrilleros dispuestos a hacerse matar de nuevo por la imposible independencia” (Ugarte: 1923: 61).
En este -como en casi todos los países que visitó- Ugarte pronunció conferencias, estableció contactos y soportó los obstáculos que le impuso cada gobierno. En Cuba, la difamación vinculaba a Ugarte con un “hispanismo” intransigente que lo colocaba en contra de las aspiraciones independentistas de los cubanos en 1898.
En mayo del siguiente año, 1912, llegó a Buenos Aires después de su gira, y en julio, la polémica con el Partido Socialista culminaría con su expulsión en noviembre. Ugarte creía que el socialismo debía ser nacional, y al partido no le preocupaba este aspecto doctrinario. El 1º de agosto se embarcaba hacia Montevideo. Allí el presidente Battle y Ordoñez lo recibió personalmente y llevó a cabo una conferencia en el Teatro 18 de Julio sin ningún tropiezo. Estrechó relaciones con Delmira Agustini, gran poetisa uruguaya: “Entre Delmira y yo no existió nunca más que una honda atracción espiritual, acaso un sentimiento romántico” (Archivo Manuel Ugarte).
En 1914, con motivo de la agresión norteamericana a México, Ugarte funda en Buenos Aires el Comité Pro-México, que luego se transformó en la Asociación Latinoamericana. Durante ese año de 1914 recibió dos golpes: los asesinatos de Delmira Agustini y de Jean Jaurés. Otro hecho lo conmocionó: el desencadenamiento de la Gran Guerra:
Cuando estalló la guerra, fui hispanoamericano ante todo […] No me dejé desviar ante todo por un drama dentro del cual nuestro continente sólo podía ser papel de subordinado o de víctima y lejos de creer, la injusticia en el mundo, me enclaustré en la neutralidad, renunciando a fáciles popularidades para pensar sólo en nuestra situación después del conflicto. (Ugarte: 1922: 119)
En esas difíciles circunstancias fundó el diario La Patria: “El diario debía ser neutral frente a la guerra, defender cuanto concurriese a vigorizar nuestra nacionalidad, desarrollar el empuje industrial, crear conciencia propia y propiciar la unión de las repúblicas latinas del continente frente al imperialismo” (Ugarte: 1923: 312). En el diarioLa Patria, Ugarte presentó un programa de corte nacional cuyos puntos principales eran: neutralidad, industria y cultura nacional, anti-imperialismo y unidad latinoamericana.
En los primeros meses de 1916, en uno de los polémicos artículos de su diario, analizó uno de los elementos de mayor penetración económica de Inglaterra: los ferrocarriles. En febrero de ese mismo año, La Patria publicó su último número.
En enero de 1919, acorralado por el aislamiento a que lo había sometido el clima de su país, se dirigió a España. Dos años después decidió instalarse en Niza con su esposa Theresa Desmard, con quien vivía desde 1920. Publicó Mujeres espontáneas y Poemas completos. El periodismo y los derechos de autor de sus libros eran sus únicos ingresos.
En 1922 apareció Mi campaña hispanoamericana en la editorial Cervantes de Barcelona. Aquí recopiló algunos discursos pronunciados en diversos países que visitó entre 1912 y 1917. Se editó un nuevo libro: La Patria Grande, selección de artículos referidos, entre otros temas, a la doctrina Monroe, la mediación de México, la industria nacional, la neutralidad, extractados de revistas y de su diario La Patria.
En 1923 publicó El destino de un continente, en el cual describe, además de sus vicisitudes en el viaje por América, la evolución de su propia comprensión del fenómeno imperialista. Es una obra de reflexión en la que se advierte el proceso de maduración intelectual de nuestro autor. En ella incluyó al imperialismo inglés como predecesor y acompañante del estadounidense, y condenó las actitudes parasitarias de los gobiernos locales.
Por esta época escribió un artículo, “El nuevo nacionalismo”, en el que afirma que existen dos ideas muertas: el internacionalismo ciego y el nacionalismo cerrado. Se pronunciaba por un nacionalismo democrático y por una democracia nacional como la única solución posible, justamente cuando en América algunos intelectuales propiciaban el advenimiento de “la hora de la espada”.
En 1924 apareció El crimen de las máscaras, en el que -haciendo gala de agudo sentido crítico y satírico- ridiculizaba a diferentes personajes, prototipos de la sociedad contemporánea. En esos años publicó varios artículos: “La América Nueva” (1929), “Política y Patria” (1930) y “El Fin de las Oligarquías Latinoamericanas” (1931).
El 21 de mayo de 1935 desembarcó en Argentina. El país -en plena década infame- no registró la llegada del escritor, a excepción del semanario forjista Señales. En 1940 escribió en Viña del Mar el artículo “Estado Social de Iberoamérica”, en el que condenó las guerras fronterizas entre los países latinoamericanos y denunció la sujeción al imperialismo inglés, primero, y al norteamericano, después.
En 1942 Ugarte publicó Escritores Iberoamericanos del 1900, sin lugar a dudas su mejor producción literaria. Sus páginas permiten acceder a la intimidad de la generación de escritores a la que perteneció el autor, y que compartió momentos de juventud en Madrid y en París, a comienzo de siglo pasado.
En marzo de 1946 llegó a Buenos Aires después del triunfo de la fórmula Perón-Quijano. Se entrevistó con el nuevo presidente y, convencido de la comunidad de ideas entre ambos, aceptó el cargo de embajador en México que el nuevo gobierno le propuso. El decreto de designación llevaba fecha 6 de agosto de 1946, y es confirmado en el cargo de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de México por un nuevo decreto, del 3 de septiembre del mismo año.
Desinteligencias con integrantes de la propia embajada lo llevaron a regresar a la Argentina en junio de 1948. Fue entonces desplazado de la embajada de México a la de Nicaragua. Allí no se encontró muy a gusto y a principios de 1949 logró su traslado a Cuba, donde el 17 de enero de 1950 presentaría su renuncia, que fue aceptada. Entre sus borradores, unos meses después, analizaba de esta manera su alejamiento:
Sólo en un momento creí ver en la Argentina de Perón, una tentativa de resistencia al imperialismo. Yo me había negado hasta entonces a colaborar con todos los gobiernos renunciando a las candidaturas a diputado y senador que me fueron ofrecidas. Ante la esperanza de redención acepté dentro de la nueva política, una embajada. Pero la desilusión no tardó en descubrir que las gallardías del tirano sólo son ardides electorales que saca a relucir cada vez que declina su autoridad.
Renuncié al cargo de embajador en Cuba y volví a retirarme de la política sin ideales, dentro de lo cual todo sigue reglado por la voluntad de los Estados Unidos. La juventud que siguió las incidencias se dio cuenta del significado de mi alejamiento. (Archivo Manuel Ugarte)
En Madrid de 1951 estaba terminando la redacción de su libro póstumo: La Revolución de Hispanoamérica. Fue el libro de su madurez intelectual, que se vio reforzado por un presente del que no fue sólo espectador. Asistió a las dos guerras europeas, que la miopía occidental llamó “mundiales”. Asistió a la fatiga de una Europa post-guerra, al agigantamiento del poder estadounidense; al esplendor y ocaso del nazismo y del fascismo, a la concreción de la primera revolución bolchevique. Demasiadas conmociones para cualquiera y, especialmente importantes, para un pensador como Ugarte. En éste, su último libro, penetró hondamente en la situación hispanoamericana descubriendo sus fallas y sus posibilidades.
En noviembre de 1951, regresó a Buenos Aires. He aquí el motivo de su viaje: “No he pertenecido nunca al bando de los adulones y si hago ahora esta afirmación, si he vuelto especialmente de Europa a votar por Perón, es porque tengo la certidumbre absoluta de que alrededor de él debemos agruparnos, en momentos difíciles que atraviesa el mundo, todos los buenos argentinos”. (Ugarte: 1961: 116)
Pocos días después regresó a Niza. El 2 de diciembre de 1951 aparecía muerto en la casa que alquilaba. Esta muerte fue declarada accidental, aunque en los medios literarios y políticos se presumió que fue suicidio. Entre sus manuscritos próximos a esa fecha puede leerse:
Hay dos maneras de matar a un hombre: matándolo o humillándolo. Lo primero no convenía a mis adversarios, lo segundo lo evité yo. Dios sabe que no hay nada en mi vida que me pueda reprochar. Tengo la convicción de que en todo momento he servido a los intereses argentinos y los ideales de Iberoamérica porque hasta con la ausencia y con los silencios mantuve el derrotero que los gobernantes habían olvidado. Que las nuevas generaciones, sin dejarse intimidar, eleven al punto de mira, aprendiendo a ser grandes en la vida y en la muerte […] he querido decir a mis compatriotas estas palabras antes de morir y entiéndase que mis compatriotas son todos los habitantes de América Latina.
Deseo que mi entierro se haga en coche humilde y que asista a él, no sólo los que me apreciaron de cerca o de lejos, sino cuantos se arrepientan de haberme combatido.
La fe en Dios y en la Patria fue la brújula del pequeño navío castigado de puerto en puerto, como si la tormenta naciera del idealismo de sus mástiles. El navegante viejo se ha hundido con él y que sobre las aguas cada vez más procelosas sigue flotando por lo menos su bandera. (Archivo Manuel Ugarte)
He incluido este escrito inédito de Ugarte (con fecha aproximada posterior a 1950, porque al comienzo de este artículo de tres páginas habla de sus libros y menciona La reconstrucción de Hispanoamérica) porque servirá para advertir que existe la posibilidad de su suicidio, o de “accidente voluntario” que ocasionara su muerte. Si bien él viaja a Buenos Aires, y su propia declaración nos indujo a creer en la confianza depositada por Ugarte hacia el gobierno que encabeza el General Perón, probablemente su propia marginación del proceso lo moviera a apoyar dicho gobierno como la única solución posible frente al estado difícil por el que atravesaba nuestro país y el mundo en general. Lo que no se puede objetar fue la confianza que Ugarte depositó en el movimiento, más allá de los dirigentes. Él mismo lo afirmó cuando dijo:
Los prisioneros del pasado que se resisten a admitir este momento nuevo, esta mentalidad diferente, este ideal de porvenir, no perturbarán la marcha de la nación hacia sus nuevos destinos. La revolución no ha sido de un hombre, ni de un grupo, ni de un momento político, ha sido fruto de una conmoción geológica, de un cambio de clima, y aunque las individualidades que gobiernan no llegaran a desaparecer, la revolución seguirá su marcha, superior a las contingencias, bajo la sombra tutelar y las inspiraciones del que supo dar forma a los hechos a los que la inmensa mayoría de los argentinos deseábamos y esperábamos desde hace largas décadas. Todos los presentimientos y las esperanzas dispersas de nuestra juventud, volcada un instante en el socialismo, han sido concretadas definitivamente en la carne viva del peronismo, que ha dado fuerza al argentinismo todavía inexpresado de la Nación. Ahora sabemos lo que somos y a dónde vamos. Tenemos nacionalidad, programa, derrotero. (Ugarte: 1961: 117)
La percepción de Ugarte del momento por el que atravesaba nuestro país, frente a la miopía de la mayoría de los partidos políticos que no supieron estar a la altura de las circunstancias, revela un profundo conocimiento del proceso histórico y lo rescata como protagonista trascendente dentro de los pensadores argentinos.
Este hecho no invalida la posibilidad de que Ugarte, exiliado, solitario, excluido y desilusionado, pudiera sentirse vencido y tentado a adoptar el camino que eligieron tantos compañeros que integraron su malograda generación.
Los libros más significativos han sido: El porvenir de la América Española (1910), La Patria Grande (1922), Mi campaña hispanoamericana (1922), El destino de un continente (1923) y La reconstrucción de Hispanoamérica (1951). Los conceptos allí vertidos se fueron superando en cada obra. El eje de su producción giró en torno a dos problemas: por un lado, el de la realidad hispanoamericana, en el que incluye los conceptos de nacionalidad, unidad, raza; y por otro, el de la acción imperialista, con sus métodos, sus procedimientos y la evolución de los países hegemónicos.
Sus trabajos, que no tuvieron difusión en nuestro país, sirven hoy más que ayer. Tienen el doble carácter que adquiere todo testimonio: sirven por la realidad que describen y sirven -sobre todo- por la percepción de esa realidad que implica la valoración historiográfica de la obra.
Temas de reflexión antropológica y latinoamericana
Los temas esenciales aparecen en la obra de Manuel Ugarte en forma tangencial a su pensamiento político latinoamericanista. En la formulación de este pensamiento descubre precozmente el imperialismo inglés, como vimos en la edición del diario La Patria. En una de sus editoriales dijo:
Aprovechando la situación que determina la guerra debemos hacer pues, lo posible para crear los resortes que nos faltan y no pasar de la importación europea a la importación norteamericana.
[…] No se trata de teorías de proteccionismo o libre cambio. Se trata de una enormidad que no puede prolongarse; el proteccionismo existe entre nosotros para la industria extranjera y el prohibicionismo, para la industria nacional […] Se abre en el umbral del siglo un dilema: la Argentina será industrial o no cumplirá sus destinos. (Ugarte: 1922 b: 68-69)
Este descubrimiento lo advierte en uno de sus mayores baluartes: los ferrocarriles. Escribe en el artículo editorial de La patria, del 16 de febrero de 1916, “Los ferrocarriles en contra de nuestro progreso industrial”:
Uno de los problemas que más nos interesa, fuera de toda duda, es el de la explotación de nuestros ferrocarriles por empresas de capital foráneo, cuyos intereses, de conveniencias motivadas por su misma falta de arraigo y su origen, son fundamentalmente opuestos a los intereses de la república.
…Las empresas ferroviarias son todas extranjeras: capital inglés, sindicatos ingleses, empleados ingleses, …El capital, especialmente el inglés y el yanqui, no sólo tienen campo abierto para todas sus especulaciones, buenas, regulares o peores, sino además de ser respetado, como merece es obedecido con ciertos visos de servilismo poco honroso, por cierto. Una línea férrea se explota entre nosotros de manera halagüeña. Lleva la empresa noventa y ocho probabilidades de obtener pingües ganancias contra dos de obtenerlas …regulares; de perder, ninguna. Línea alguna ha dado ni dará pérdidas. Y este dato merece ser tenido en cuenta al ocuparse de los ferrocarriles como origen de nuestra atrofia industrial. (Archivo Manuel Ugarte)
A pesar de ello, cuando define el origen latinoamericano y el programa de desarrollo posible, aparece un pensamiento claro en relación con los primeros tiempos y la integración. Al respecto es interesante comparar dos textos (1910 y 1943) para advertir la superación de pensamientos externos.
En el primero, dijo Ugarte:
Nuestra raza -y al decir nuestra me parece abarcar a España y a América en un calificativo común- nuestra raza está cansada de que la adulen. En su instinto oscuro, en su conciencia profunda comprende su estado actual, mide las consecuencias de sus fracasos, abarca las perspectivas del porvenir… prefiere las duras advertencias que la lastiman a los elogios vanos que parecen agrandar la distancia entre lo que somos actualmente y lo que esperamos volver a ser … España y América no forman para mí dos entradas distintas. Forman un solo bloque agrietado. (Ugarte: 1922a: 24).
En el segundo afirmó:
La nacionalidad no se crea sólo con las armas o con el pensamiento. Se crea, sobre todo, con la emoción. En Iberoamérica sólo existe la nacionalidad geográfica. Todavía no ha surgido la nacionalidad geográfica. Todavía no ha surgido la nacionalidad económica, ni la nacionalidad étnica. Menos aún la más difícil de todas, la nacionalidad moral… la realidad ética y espiritual de nuestra América no será nunca el universalismo vago ni el individualismo remoto, sino el iberoamericanismo, es decir, la resultante del acontecer histórico y cultural modificado por el tiempo y los aportes varios en una zona geográfica del mundo (Ugarte: 1951: 66-67).
A pesar de sus desventuras, Manuel Ugarte creía en las posibilidades crecientes para América Latina. Si bien no pudo percibir un programa para superar las dificultades desde sus primeros escritos, piensa que es posible lograrlo:
Una concepción de la vida entre melancólica y resignada -no hay que entender escépticas, porque nada seríamos, nada alcanzaríamos sin la esperanza de algo mejor- me ha hecho sobrellevar la atmósfera. Hay en el ser humano algo animal o divino, que, por encima de las medidas y las fórmulas, le permite hacer entrar hasta el fondo del dolor, un eco de suaves matinales y un vivificante rayo solar. A menudo, lo inexistente me consoló de lo que existía. La imaginación fue bálsamo para la observación. Aprendí a trasmutar el odio en altruismo. Y el tiempo se encargó de adaptarme gradualmente a la amargura, como se adapta el árbol que creció pasando por el hueco de las piedras y que, a pesar del dogal que lo ciñe, logra llevar hasta la cima la copa abierta de su ilusión.
Así me encuentro, al cabo de treinta y dos años de vida literaria, escribiendo este libro, sin desaliento y sin rencores, con la misma cordialidad hacia mis compañeros, con el mismo espíritu fervoroso con que debuté en París, en 1900. he visto muchas figuras y muchos trances, he tenido satisfacciones y fracasos, dolores y alegrías, pero pese al ambiente adverso, he mantenido, contra viento y marea, la voluntad tendida hacia un ideal.
La única posibilidad de ser grande, reside, acaso, en tener la noción de nuestra pequeñez. ¡Somos tan insignificantes y pasamos tan rápidamente por el mundo!... Así es la vida literaria: un poco de dolor, un soplo de ansiedad, una luz breve, y después… ¿quién sabe? (Salas: sin fecha: 73-74)
Además de visualizar un optimismo inicial, en su programa advierte claramente cuál sería el rol del escritor latinoamericano en relación con su obra. Esta apreciación la extiende al arte, que deberá ser socialmente comprometido. El dolor de escribir es uno de los textos felizmente re-editados en Argentina, aunque no posea canales de distribución eficaces. En él condensa reflexiones sobre la literatura y el rol del escritor y describe su tarea y pensamiento en los últimos treinta años. Se imprime en España poco antes de la Guerra Civil, y por tanto es una “rara especie” poder consultarlo. Realiza una crítica directa acerca de la falta de originalidad de los escritores:
SOLO HAY, EN REALIDAD, DOS CLASES DE ESCRITORES: los espontáneos y los librescos.
A los espontáneos se les conoce -basta una página-, por la diafanidad, por el altruismo, hasta por el desdén de la intriga y de las artes menores de la literatura. Les anima un sentimiento cordial para sus compañeros, especialmente para la juventud. Creen en un ideal. Llevan más o menos probabilidades en las alas, pero siempre tienden a levantar los ojos hacia el sol, magnificarse en las cimas, a abrirse en luz sobre la imposible eternidad.
A los librescos no es difícil tampoco clasificarlos. Conceden suprema atención a las preocupaciones corrientes. Invariablemente comparten la opinión que impera, lo mismo en política que en el arte, sin prejuicio de “evolucionar” así que apunte otro matiz del éxito. (Salas: sin fecha: 29)
Más adelante insiste en este complejo latinoamericano.
El internacionalismo intelectual -no empleo la palabra en su sentido de amplitud comprensiva, sino en el de renunciamiento y entrega de las propias características- no fue, después de todo, más que una manifestación del embobecimiento que en todos los órdenes ha inmovilizado a la América española, primero ante Europa y después ante Estados Unidos.
En realidad, no hemos tenido vida propia. Hemos vivido por cable, atento igualmente a las cotizaciones y a las modas, como si alimentada por un cordón umbilical de direcciones supremas, la esencia de nuestro ser no hubiera salido todavía a luz.
La costumbre de imitar es en el Sur, tan cerrada, que hasta nos obstinamos en hacer de abril el símbolo de la primavera (como en Europa, decimos tener 18 abriles, etc.,) siendo así que el trastrueque de estaciones en nuestro hemisferio, hace que el mes de abril, caiga en otoño. Así vivimos en todos los órdenesde oídas.
Más de una vez hemos preguntado en horas de perplejidad: ¿Cuándo llegará a surgir la vida realmente latinoamericana? (Salas: sin fecha: 76-77)
Manuel Ugarte realiza un diagnóstico interesante sobre América Latina y, como vimos, comienza descubriendo la sociedad estadounidense cuando realiza su primer viaje a Estados Unidos:
En el fondo de mi memoria veo el barco holandés que ancló en el enorme puerto erizado de mástiles, ennegrecido por el humo, las sirenas de los barcos aullaban en jauría alrededor de una gigantesca Libertad señalando con su brazo al mar. Rascacielos desproporcionadamente erguidos sobre otros edificios de dimensiones ordinarias, aceras atestadas de transeúntes apresurados, ferrocarriles que huían a la altura, a lo largo de las avenidas, vidrieras de almacenes donde naufragaban en océanos de luz los más diversos objetos, todo cuanto salta a los ojos del recién llegado en una primera versión apresurada y nerviosa, me hizo entrar al hotel con la alegría y el pánico de que me hallaba ante el pueblo más exuberante de vida, y más extraordinario que había visto nunca. (Ugarte: 1923: 11-12).
Pero esta admiración no fue impedimento para que advirtiera:
Yo imaginaba ingenuamente que la ambición de esta gran nación se limitaba a levantar dentro de sus fronteras la más alta torre de poderío, deseo legítimo y encomiable a todos los pueblos […] Pero leyendo un libro sobre política de este país encontré un día citada la frase del senador Preston, en 1838: la bandera estrellada flotará sobre toda la ambición de nuestra raza. (Ugarte: 1923: 13)
Esto motivó al escritor a interiorizarse en la evaluación de la política de este país. Dijo:
Así fue aprendiendo al par que la historia del imperialismo nuestra propia historia hispanoamericana […] Los Estados Unidos al ensancharse no obedecían, al fin y al cabo más que a una necesidad de su propia salud […] pero nosotros al ignorar la amenaza, al no concertarnos para impedirla, dábamos prueba de una inferioridad que, para las autoritarios y deterministas, casi justificaba el atentado. (Ugarte: 1923: 18-19)
El primer artículo que escribió después de este primer viaje fue “El peligro yanqui”, aparecido en El País el 19 de octubre de 1901. En él, Ugarte alertó sobre el choque de intereses de las dos Américas y tomó como punto de partida lo ocurrido en Cuba. Además, advirtió que una de las tácticas utilizadas por Estados Unidos era la infiltración o predominio industrial en un país determinado, etapa previa y necesaria que prepararía la escena para ser seguida de una agresión pretextando la defensa de intereses económicos. Escribe Ugarte en este artículo:
De esta manera, cuando decide apropiarse de una región que ya domina moral y efectivamente, sólo tiene que pretextar la protección de sus intereses económicos (como en Texas o en Cuba) para consagrar su triunfo por medio de una ocupación militar de un país que ya está preparado para recibirle. Por eso al hablar de peligro yanqui no debemos imaginarnos una agresión inmediata o brutal que hoy sería imposible, sino un trabajo paulatino de invasión comercial y moral que iría acreciendo con las conquistas sucesivas y que irradiará cada vez con mayor intensidad desde la frontera en marcha hacia nosotros (1901a).
Recordemos que con Cuba, los Estados Unidos basaron sus relaciones en la Enmienda Teller, por la cual concedían al país una independencia nominal, situación que se completaría en 1901, cuando a través de la Enmienda Platt se estableció un protectorado sobre la isla. En ese mismo año Ugarte propuso, para defenderse del imperialismo estadounidense, utilizar el contrapeso de la participación de las potencias europeas en los asuntos latinoamericanos. Lo hizo en “La defensa Latina”, artículo fechado el 5 de octubre de 1901 en París, y publicado El País de Buenos Aires el 9 de noviembre de 1901:
Francia, Inglaterra, Alemania e Italia han empleado en las repúblicas del sur grandes capitales y han establecido corrientes de intercambio o de emigración. En caso de que los Estados Unidos pretendiera hacer sentir materialmente su hegemonía y comenzar en el sur la obra de infiltración que han consumado en el Centro se encontrará naturalmente detenido por las naciones europeas que tratan de defender las posiciones adquiridas […] Se dirá que es defenderse de un peligro provocando otro. Pero si los europeos están de acuerdo para oponerse a las pretensiones de los Estados Unidos, no lo están para determinar hasta qué punto deben graduar las pretensiones propias […]
De modo que estaríamos defendidos contra los americanos por los europeos y contra los europeos por los europeos mismos […]
Además la verdadera amenaza no ha estado nunca en Europa sino en América del Norte (1901b).
Todavía Ugarte manifiesta dos puntos de vista que modificaría años más tarde: la apreciación despectiva sobre las repúblicas de América Central y la apreciación de privilegio con que juzga la situación de los países del extremo sur -no soportando ningún tipo de colonialismo y desconociendo, por ende, la acción del ejercido por Inglaterra: “Según ellos (Estados Unidos) es un crimen que muestras riquezas naturales permanezcan inexplotadas a causa de la pereza y falta de iniciativa que nos suponen juzgar a toda América Latina por lo que han podido observar de Guatemala o de Honduras” (1901a).Cuando Ugarte realizó su gira cambió posición con respecto a Centroamérica y se convirtió en defensor de esas naciones:
Sólo el extremo sur está ileso y aún en nuestra región donde los intereses industriales y comerciales de Europa hacen imposible un acaparamiento, han ensayado los Estados Unidos una manera de acapararnos. La guerra peruano-chilena y el antagonismo entre Chile y Argentina son quizás el producto de una hábil política subterránea dirigida a impedir una solidaridad y una entente que pudieran echar por tierra los ambiciosos planes de expansión (1901a).
En la guerra del Pacífico los capitalistas europeos y, en menor grado, los Estados Unidos, tomaron abiertamente partido a favor de Chile y contra la alianza peruano-boliviana. Esta actitud respondió a la tesitura de que el gobierno de Santiago de Chile era agente de los intereses europeos -asunto que Ugarte aún no tenía claro- y, además, que la conquista del norte salitrero significaba una ventaja muy importante también para los sectores dominantes chilenos.
Ugarte detectó la técnica de este imperialismo y no pudo mantenerse al margen de la ideología imperante cuando trata de explicarlo: “el imperialismo se hace cada vez más amplio, se convierte en una operación de conjunto y lo que empieza a surgir en los momentos actuales es el imperialismo de raza” (1922 a: 206). En ningún momento Ugarte se manifestó en contra del pueblo norteamericano. Para él las causas del imperialismo fueron, en parte, provocadas por el desigual desarrollo entre la América  anglosajona y la latina. Como lo plantea en la conferencia “Causas y consecuencias de la Revolución Americana”, que pronuncia en Barcelona en mayo de 1910:
Primero, las divisiones. Mientras las colonias que se separaron de Inglaterra se unieron en un grupo estrecho y formaron una sola nación, los virreinatos y capitanías generales que se alejaron de España, no sólo se organizaron separadamente, no sólo convirtieron en fronteras nacionales lo que eran simples divisiones administrativas, sino que las multiplicaron después al influjo de hombres pequeños que necesitaban patrias chicas para poder dominar […] La segunda causa es la orientación filosófica y las costumbres políticas […] Mientras los Estados Unidos adoptaron los principios y las formas de civilización más recientes, las Repúblicas hispanoamericanas, desvanecido el empuje de los que determinaron la Independencia volvieron a caer en lo que tanto habían reprochado a la metrópoli […] autoritarismo […] teocracia […] Y como un pueblo sólo puede desarrollarse íntegramente dentro del libre pensamiento y dentro de la democracia […] las repúblicas hispanoamericanas se han dejado adelantar por la república anglosajona que, aligerada de todas las supersticiones, avanza resueltamente hacia el porvenir (1922 a: 40-42).
Después de asumir la presidencia Roosevelt, Ugarte vio concretarse paso a paso la dominación norteamericana en el Caribe. Acerca de este hecho, dijo:
¿Por qué permaneció impasible la opinión pública cuando Colombia se vio desposeída del istmo de Panamá, cuando las tropas extranjeras se apoderaron de Veracruz o cuando Santo Domingo perdió su soberanía? ¿Por qué razón los que se emocionan ante la suerte de Polonia o claman contra las injusticias de la India, no tuvieron una palabra de solidaridad? ¿Por qué cayó el olvido tan pronto sobre estos hechos? (Ugarte, M; “Errores…”)
Tal vez la respuesta estuvo vinculada -además de las razones de política interna e internacional- a otra razón, vinculada al orden de las ideas: el triunfo del darwinismo social que, con su teoría de la supervivencia de los más aptos, brindó a los Estados Unidos una doctrina de difusión universal que justificaba su política expansionista, debido a su condición de nación más “civilizada”. Sus propuestas concretas en búsqueda de la unidad hispanoamericana enunciados en su artículo “La defensa Latina” (1901b) se basan en los siguientes principios:
  1. Entre las Repúblicas Hispanoamericanas hay menos hostilidad que entre dos provincias españolas.
  2. Nuestras divisiones son políticas y los antagonismos son entre las clases dirigentes que gobiernan Hispanoamérica.
  3. Los países guías deben ser los que han “alcanzado mayor grado de cultura”.
  4. El acuerdo de unidad no debe ser un acuerdo impuesto sino resuelto por voluntad colectiva.
  5. Exige una etapa previa de elaboración durante la que la parte más ilustrada de cada país se dedique a realizar una especie de “cruzada de propaganda”. Los instrumentos serían: diarios, conferencias, congresos, enviados especiales.
  6. La unión no sería una operación estratégica, sino un razonamiento que impondría dos condiciones: a) estar al tanto de lo que ocurre en todas las repúblicas de América y b) establecer comunicaciones independientes.
Con respecto a los métodos que utilizaron los imperialismos para impedir el desarrollo regional de Iberoamérica, dirá:
[…] Lo peor del imperialismo Inglés así como del norteamericano no consiste en que se lleva lo más valioso de las riquezas del país sino en que arrasa los valores morales estableciendo una prima a la inferioridad y al renunciamiento de los hombres (Ugarte: 1940).
Los factores que posibilitarían la integración -según el autor- son la literatura, el arte y la educación; la diplomacia y las relaciones latinoamericanas y el gobierno de cada país en relación a su política económica e inmigratoria. Con respecto a la literatura, establece una serie de principios a los que los escritores deberían ajustarse:
La literatura no reside exclusivamente en la forma […] Toda obra tiene un principio, un fin y un propósito […] Hablamos de las obras de aquellos que tienen algo que decir y lo dicen completamente. Nadie escribe por el placer de alinear palabras y colocar imágenes […] sería monstruoso establecer que el arte debe callar y someterse a los intereses que dominan en cada momento histórico, cuando todo nos prueba que desde los orígenes sólo se ha alimentado de rebeldías y anticipaciones […]
De suerte que querer convertirlo, con pretexto de prescindencia, en lacayo atado al triunfo transitorio de determinada clase social, es poner un águila al servicio de una tortuga […] La falta de combatividad, cierta tendencia femenina a no advertir más que los detalles de las cosas […] el arte social es una reacción contra las desviaciones de los últimos tiempos, una vuelta hacia la normalidad y una tentativa para dignificar de nuevo la misión del escritor que no debe ser un clown o un equilibrista encargado de cosquillear la curiosidad o de sacudir los nervios enfermos de los poderosos sino un maestro encargado de desplegar la bandera, abrir rumbo, erigirse en guía y llevar las multitudes hacia la altísima belleza que se confunde en los límites con la verdad […] [debemos] Fortificar los lazos que unen a nuestra generación y a la época en que vivimos tratando de ser algo así como la voz de nuestro tiempo (Ugarte: 1908a: 131-133-144-145).
Con respecto a las formas gauchescas literarias, expresó:
Claro está que no defendemos las formas gauchescas que fueron la primera válvula de escape ofrecida a la personalidad moral del continente […] Lo que hemos hecho hasta ahora no ha sido en resumen más que un arte colonial, colonial de Francia, colonial de España, colonial de Italia, pero arte reflejo, belleza que no tiene ninguna marca local, ni en los asuntos, ni en la inspiración, ni en la forma. Al tocar este punto hay que adelantarse a las interpretaciones de los que creen que literatura nacional significa un localismo estrecho o una especie de chauvinismo egoísta y excluyente, se ponen en contradicción con la esencia misma de nuestra cultura, que formada con fragmentos arrancados de diferentes pueblos es por así decirlo, una síntesis de todas las patrias […] Pero una cosa es asimilar y otra pensar con cerebro ajeno.
No hay razón para que la literatura siga siendo exótica, cuando tenemos territorios, costumbres y pensamientos que nos pertenecen (Ugarte: 1908b: 21).
Conclusiones
Fue Ugarte, desde el comienzo, un socialista reformista a quien le preocupó el problema imperialista y la cuestión nacional. Su convicción socialista la adquirió a través de comentarios sobre la obra de Marx, ya que no leyó los textos de éste. Su socialismo anti-imperialista y nacional no encontró lugar en el Partido Socialista Argentino, del que se separó cada vez que afirmó sus posiciones independientes.
Esa ideología no fue abandonada por Ugarte, aún cuando se apartara de algunos condicionamientos momentáneos. Este alejamiento no significó que abjurara de la doctrina, sino que la misma no se adaptaba a la contemporaneidad de los hechos.
Sería justamente su ideología la que lo condujera a la adopción de la neutralidad más empecinada frente a los dos conflictos bélicos mundiales y a la causa peronista, en 1945. Para muchos, este último hecho significó una traición a sus principios, pero creemos que Ugarte estuvo a la altura de los acontecimientos. En este sentido debemos recordar que en 1935 estuvo más cerca de los postulados de FORJA que del partido Socialista Argentino.
La solución para lograr el desarrollo de América Latina, según Ugarte, estaría dada a través de la unidad “homogeneizante” de Iberoamérica con España como referente. Luego modificará esta apreciación y -en vista de la heterogeneidad- se pronunciará por la integración frente a los mismos obstáculos y a la acción imperialista sufrida en América Latina. Hasta 1916 sólo descubre la política norteamericana; después de la guerra, descubrirá la inglesa también. Para la década de 1950 su proyecto abarca la industrialización como el gran pivote del desarrollo, como asimismo la formación de un mercado interamericano. No elude afrontar el problema de la identidad nacional con su base aborigen y su inmigración europea. Tipifica como factores esenciales de cambio a la literatura, el arte y la educación, la diplomacia y las relaciones interamericanas y la acción de los gobiernos, donde incluye especialmente a la política inmigratoria y a la política económica.
Sus reflexiones tuvieron algunos desajustes pero constituyen un proyecto atendible y un intento rescatable -quizás el mejor- de quienes integraron su generación. Su mejor cualidad fue adaptarse a los tiempos sin perder su coherencia ideológica, pero sin temer a los rótulos que sus detractores colocaron y, lo que es peor, siguen colocando a su persona y su contribución, por esclarecer la realidad que le tocó vivir.
A la luz de los tiempos que corren, donde pareciera que hay pocas opciones para encarar el futuro, esta propuesta alternativa se anticipa. Habla de las personas y las dificultades, habla del intelectual y su compromiso y, en la diversidad, propone el conocimiento cultural de los países y sus habitantes y un mercado regional que hoy está intentado ser. No se trata de proclamar el MERCOSUR cultural, se trata de trabajar por él. Y aquí el autor no separa lo económico de lo cultural.
Por lo tanto, adscribe a la reformulación del MERCOSUR y nos presenta la historia cultural de las dificultades económicas y sociales que impiden la integración. Este concepto implica mucho más que importar o exportar productos, implica reformular las relaciones en lo que tienen de esenciales, en aquello que la cultura esclarece e ilumina.

Bibliografía de Obras Citadas
  • Cúneo, Dardo. El romanticismo político. Lugones, Pairó, Ingenieros, M. Fernández, Ugarte, Guerchunoff. Buenos Aires: Transición, 1955.
  • Salas, Horacio (Director). El dolor de escribir (confidencias y recuerdos) Manuel Ugarte. Buenos Aires: Fondo Nacional de las Artes, sin fecha.
  • Ugarte, Manuel. “El peligro yanqui”. El País de Buenos Aires, 19 de octubre de 1901(a).
  • ______. “La defensa latina” (fechado en París, 5 de octubre de 1901). El País de Buenos Aires, 9 de noviembre de 1901 (b).
  • ______. “Errores de nuestra América”. Diario Mexicano, sin fecha ni paginación. Archivo Manuel Ugarte en el Archivo General de La Nación, Sala VII, Legajo 19
  • ______. Estado Social de Iberoamérica. Archivo Manuel Ugarte, Sala 7, Legajo 35.
  • ______. El arte y la democracia (Posa de lucha). Valencia: Cempere, 1904.
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  • ______. Los estudiantes de París. Madrid: Librería Española, 1910 (b).
  • ______. El porvenir de la América española. Valencia: Prometeo, 1910 ©.
  • ______. “Los ferrocarriles en contra de nuestro progreso industrial”. La Patria, 12/2/1916. Archivo Manuel Ugarte, Sala 7, Legajo 22.
  • ______. Mi campaña hispanoamericana. Barcelona: Cervantes, 1922 (a).
  • ______. La patria grande. Madrid: Internacional, 1922 (b).
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  • ______. Escritores iberoamericanos del 1900. Santiago de Chile: Zig Zag, 1951.
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Bibliografía del autor
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  • Versos y serenatas. Buenos Aires: edición del autor, 1894.
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  • Crónicas de boulevard. París: Garnier, 1902.
  • La novela de las horas y los días. París: Garnier, 1903.
  • Visiones de España (Apuntes de un viajero argentino). Valencia: Sempere, 1904.
  • El arte de la democracia (Prosa de lucha). Valencia: Sempere, 1904.
  • Una tarde de otoño (Pequeña sinfonía otoñal). París: Garnier, 1906.
  • La joven literatura hispanoamericana. Antología de prosistas y poetas. París: Librería Armand Colin, 1906.
  • Enfermedades sociales. Barcelona: Sopena, 1906.
  • Burbujas de la vida. París: Paul Ollendorff, 1908 (a).
  • Las nuevas tendencias literarias. Valencia: Sempere, 1908 (b).
  • Cuentos Argentinos. París: Garnier, 1910 (a).
  • Los estudiantes de París. Madrid: Librería Española, 1910 (b).
  • El porvenir de la América española. Valencia: Prometeo, 1910 ©.
  • Cuentos de La Pampa. Madrid: Espasa-Calpe, 1920.
  • Las espontáneas. Barcelona: Sopena, 1921.
  • Poesías completas. Barcelona: Sopena, 1921.
  • Mi campaña hispanoamericana. Barcelona: Cervantes, 1922 (a).
  • La patria grande. Madrid: Internacional, 1922 (b).
  • El destino de un continente. Madrid: Mundo Latino, 1923.
  • El crimen de las máscaras. Valencia: Sempere, 1924.
  • El camino de los dioses. Barcelona: Sociedad de Publicaciones, 1926.
  • La vida inverosímil. Barcelona: Manuel Maucci, 1927.
  • El dolor de escribir. Madrid: Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1932.
  • Escritores iberoamericanos del 1900. Santiago de Chile: Zig Zag, 1951 (a).
  • El naufragio de los argonautas. Santiago de Chile: Zig Zag, 1951.
  • Cabral. Un poeta de América. Buenos Aires: Américalee, 1955.
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Bibliografía sobre Manuel Ugarte
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  • Barela, Liliana. Vigencia del pensamiento de Manuel Ugarte. Buenos Aires: Leviatán, 1999.
  • Carrión, Benjamín. Los creadores de la Nueva América: José Vasconcelos, Manuel Ugarte, Francisco García Calderón, Alcides Arguedas. Madrid: Sociedad Española de Librería, 1928.
  • Cúneo, Dardo. El romanticismo político. Lugones, Payró, Ingenieros, M. Fernández, Ugarte, Gerchunoff. Buenos Aires: Transición, 1955.
  • Galasso, Norberto. Manuel Ugarte. Buenos Aires: Eudeba, 1973, 2 tomos.
  • ______. Manuel Ugarte. La Nación Latinoamericana. Venezuela: Biblioteca Ayacucho, 1978.
  • ______. Manuel Ugarte y el Partido Socialista, documentos recopilados por un argentino. Buenos Aires: V.E.H.A., 1914.
  • Marianetti, Benito. Manuel Ugarte, un precursor en la lucha emancipadora.Buenos Aires: Sílaba, 1976.
  • Ramos, Abelardo. Manuel Ugarte y la evolución latinoamericana. Buenos Aires: Coyoacán, 1961.
  • Unamuno, Miguel. “Manuel Ugarte: Una columna de fuego” (prólogo). El dolor de escribir (Confidencias y recuerdos) Manuel Ugarte. Buenos Aires: Fondo Nacional de las Artes, sin fecha.

Liliana Barela
Revisión Técnica: Adrián Celentano
Actualizado, julio 2005

© 2003 Coordinador General Pablo Guadarrama González. El pensamiento latinoamericano del siglo XX ante la condición humana. Coordinador General para Argentina, Hugo Biagini. El pensamiento latinoamericano del siglo XX ante la condición humana. Versión digital, iniciada en junio de 2004, a cargo de José Luis Gómez-Martínez.

© José Luis Gómez-Martínez
Nota: Esta versión electrónica se provee únicamente con fines educativos. Cualquier reproducción destinada a otros fines, deberá obtener los permisos que en cada caso correspondan.
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1987 
Muere en Buenos Aires el destacado médico, bioquímico y profesor Luis Federico Leloir, Premio Nobel de Química (1970). Nació en París (Francia) el 6 de septiembre de 1906. 

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Allá lejos y hace tiempo

Autobiografía Leloir

La bioquímica y yo nacimos y crecimos casi al mismo tiempo. Antes del comienzo del siglo, algunos químicos orgánicos y fisiólogos habían establecido las bases de la bioquímica. En 1906 aparecieron dos revistas que trataban el tema, la Biochemische Zeitschrift y la Biochemical Journal. La revista Journal of Biological Chemistry había comenzado a publicarse sólo un año antes. En 1906, Arthur Harden y W. J. Young lograron separar "zumo de levadura en residuo y liquido filtrado, cada uno de los cuales era incapaz por si solo de producir la fermentación alcohólica de la glucosa, sin embargo cuando se los unía, la mezcla producía una fermentación tan activa como el zumo original". Este hallazgo ocurrió sólo nueve años después que Edward Buchner preparara un zumo de levadura libre de células, capaz de fermentar. Esta línea de trabajo condujo eventualmente al descubrimiento de una multitud de enzimas, coenzimas e intermediarios del metabolismo celular. En 1906 Tswett publicó la primera descripción de cromatografía.
Otro hecho importante (desde mi punto de vista) ocurrió en 1906. Fue mi nacimiento en París, Avenida Victor Hugo 81, a pocas cuadras del Arco de Triunfo.

Los comienzos con Houssay

Cuando tenía dos años, mis padres argentinos me trajeron a Buenos Aires, donde luego de haber realizado los estudios y aprobado los exámenes correspondientes para graduarme de médico en la Universidad de Buenos Aires (1932), trabajé en el hospital de la universidad (Hospital de Clínicas) durante aproximadamente dos años. Nunca estuve satisfecho con lo que hacía por los pacientes. Volviendo la mirada sobre aquellos tiempos, me doy cuenta cuán profundamente ha cambiado la medicina desde entonces. El tratamiento médico en esos días sólo era un poco mejor que aquel ejemplificado en el cuento francés en el cual el doctor ordenaba: "Hoy vamos a sangrar a todos los que se encuentran del lado izquierdo de la sala y vamos a dar un purgante a todos los que se encuentran del lado derecho''. Cuando practicaba la medicina, podíamos hacer muy poco por nuestros pacientes, a excepción de la cirugía, digital y otros pocos remedios activos. Los antibióticos, drogas psicoactivas y todos los agentes terapéuticos nuevos eran desconocidos. No era por lo tanto extraño que, en 1932, un joven médico como yo, tratara de unir esfuerzos con aquellos que querían adelantar el conocimiento médico. El laboratorio de investigaciones más activo en la ciudad era el Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de Buenos Aires, dirigido por el doctor Bernardo A. Houssay, profesor de fisiología. En su trabajo sobre el rol de la glándula pituitaria en el metabolismo de los hidratos de carbono, hizo descubrimientos muy novedosos por los cuales le fue otorgado, junto a Carl y Gerty Cori, el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1947.

Mi iniciación en la bioquímica

Después de haber terminado mi tesis, Houssay me aconsejó que trabajara un tiempo en el exterior. Habiendo consultado con Venancio Deulofeu, profesor de bioquímica, y el doctor Romano de Meio, decidí que un buen lugar sería el Laboratorio de Bioquímica de la Universidad de Cambridge, dirigido por Sir Frederick Gowland Hopkins, quien había recibido el Premio Nobel en 1929, junto con Eijkman por el "descubrimiento de las vitaminas, estimulantes del crecimiento". Cambridge se encontraba entonces en la cumbre de su gloria, con Rutherford, Dirac y otros gigantes científicos en el departamento de física. La bioquímica también era excelente con Hopkins, padre de la bioquímica inglesa, al frente del laboratorio de bioquímica. y David Keilin, descubridor de los citocromos, en el departamento de parasitología. Llegué a Cambridge sediento de saber y comencé a trabajar inmediatamente bajo la dirección de Malcolm Dixon en el efecto del cianuro y pirofosfato sobre la succínico dehidrogenasa. Después trabajé con Norman L. Edson en cetogénesis usando trozos de hígado. Edson había estado trabajando con Hans Krebs, a quien admiraba mucho. Cuando Edson regresó a su país natal, Nueva Zelandia, trabajé con David E. Green en la purificación y propiedades del Beta-hidroxibutirato dehidrogenasa. La atmósfera en el laboratorio bioquímico era muy estimulante debido a la cantidad de personas con talento, tales como Marjorie Stephenson, una de las pioneras en la bioquímica bacteriana; Norman Pirie, que cristalizó el virus del mosaico del tabaco; Robin Hill, bien conocido por su trabajo en fotosíntesis (el efecto Hill); Joseph Needham, que comenzó la embriología química y terminó como un orientalista; Dorothy Moyle Needham, una experta en química muscular, y muchos otros. Fue durante mi estadía en Cambridge cuando empecé seriamente con la investigación bioquímica.

Calidad de mis primeros compañeros de equipo

Después de mi año en Cambridge, regresé al Instituto de Fisiología en Buenos Aires donde me asocié con el doctor Juan M. Muñoz. Nunca disfruté trabajando solo por eso me agradó poder investigar con él. Tenía una personalidad original y era graduado en medicina y en química. No satisfecho con estos títulos, obtuvo también el de odontólogo. En realidad no hizo esto sólo para aumentar sus conocimientos, sino, lo que era más importante, para ser profesor de fisiología en la Facultad de Odontología. Muñoz había estado midiendo etanol y tenía un método confiable utilizando un hermoso y pequeño aparato de destilación. Por lo tanto decidimos trabajar en el metabolismo del etanol, lo que nos llevó a obtener interesantes resultados que fueron publicados en el Biochemical Journal.
Luego de nuestra aventura alcohólica, empleamos el mismo aparato de destilación para la medida de los ácidos grasos volátiles, y en este campo también tuvimos un pequeño éxito.

Días de confusión y preocupación; viaje a Estados Unidos

Nuestro trabajo en el Instituto de Fisiología fue interrumpido en 1943 debido a hechos inesperados y desagradables. Houssay nunca se mezclaba en política, pero había firmado una carta, aparentemente inocente, que apareció en los periódicos con la firma de muchas de las personas más importantes del país. La carta pedía "normalización constitucional, democracia efectiva y solidaridad americana". El gobierno reaccionó en forma inesperada y desproporcionada y decretó el despido de todos los firmantes que ocuparan posiciones en instituciones estatales. Muchos de los mejores profesores perdieron sus puestos. Houssay quedó cesante. La mayoría de los miembros del Instituto de Fisiología renunciaron en protesta y se dispersaron. Siguieron días de confusión y preocupación.

Mi actividad al frente de la Fundación Campomar

Después de mi estadía en Estados Unidos regresé al Instituto de Fisiología, Houssay había sido restablecido en su puesto y trataba de armar nuevamente el Instituto. Durante algún tiempo trabajé por mi cuenta e intenté iniciar un pequeño equipo de investigación. En 1946 me enteré que Jaime Campomar, uno de los dueños de una importante industria textil, había consultado con Houssay sobre la posibilidad de financiar un instituto de investigación bioquímica. Sospecho que había pocos candidatos para ocupar el cargo de director del nuevo instituto y por eso Houssay propuso mi nombre, aunque creo que no estaba muy convencido de que yo pudiera tener éxito en la empresa.

Comienza la ayuda local

No tuvimos ayuda local hasta la creación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), durante el gobierno de Aramburu. Intervinieron en los trámites iniciales y en la redacción del estatuto Braun Menéndez, Deulofeu, Houssay y Abel Sánchez Diaz, presidente de la Academia de Ciencias Exactas. El primer directorio incluía a algunos de los mejores investigadores del país y también me incluía a mí. Cuando el presidente Aramburu nos puso en posesión del cargo, dijo que creía que todos los gobiernos apoyarían al Consejo. Esto resultó cierto con algunas limitaciones. En la primera reunión tuvimos que elegir presidente. Deulofeu propuso a Houssay que tenía larga experiencia. El doctor González Bonorino propuso a Rolando García. La mayoría votó a Houssay que fue 12 años presidente del Consejo. Durante este periodo se realizó un obra muy importante que hubiera sido aún más trascendente si la hubiera acompañado un correspondiente desarrollo agrícola-industrial.

Por qué me dediqué a la investigación

Han pasado unos 50 años desde que me dediqué a la investigación. He presenciado el maravilloso desarrollo de la bioquímica y el haber contribuido a él, aunque en forma modesta, es para mi un motivo de placer. No sé cómo ocurrió que seguí una carrera científica. No era una tradición familiar ya que mis padres y hermanos estaban principalmente interesados en las actividades rurales. Mi padre se graduó como abogado pero no ejerció la profesión. En nuestra casa siempre hubo muchos libros de los más variados temas y tuve la oportunidad de adquirir información sobre los fenómenos naturales. Supongo que el factor más importante en la determinación de mi futuro fue el recibir un grupo de genes que dieron las habilidades negativas y positivas requeridas.

Perspectivas futuras

La investigación en bioquímica ha sido para mi una experiencia fascinante. Tuve la suerte de trabajar en la época en que esta especialidad científica tuvo un desarrollo espectacular. Poco a poco se fue conociendo cada vez mejor la composición química de los seres vivos. Luego se fue averiguando como se van transformando las substancias químicas que forman las células. Se pudo conocer el mecanismo químico de formación de las proteínas, de las grasas y de los hidratos de carbono. Los trabajos de nuestro laboratorio ayudaron a aclarar el mecanismo de biosíntesis de los oligo y polisacáridos. Esto fue gracias al descubrimiento de los nucleótidos-azúcares que actúan como dadores de las unidades de monosacárido.

1996 
Día Internacional de la Abolición de la Esclavitud 

 

Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud
2 de diciembre

«La abolición de la trata trasatlántica de esclavos en el siglo XIX no supuso la erradicación de esta práctica a nivel mundial. Al contrario, se adoptaron otras formas que han persistido hasta hoy, entre ellas la servidumbre de la gleba, la servidumbre por deudas y el trabajo forzoso; la trata de mujeres y niños, la esclavitud doméstica y la prostitución forzada, incluso la prostitución de menores; la esclavitud sexual, el matrimonio forzoso y la venta de esposas; y el trabajo infantil y la servidumbre infantil».
Mensaje del Secretario General con motivo del
Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud
Una niña dibujando.
Una niña se recupera del largo cautiverio de un año en que la mantuvo el Ejército de Resistencia del Señor, Uganda.
Foto de la UNICEF
Con el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, que se celebra el 2 de diciembre, se recuerda la fecha en que la Asamblea General aprobó el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena (resolución 317(IV) Documento PDF, de 2 de diciembre de 1949).
El 18 de diciembre de 2002, la Asamblea General, en su resolución 57/195 Documento PDF, decidió proclamar el año 2004 «Año Internacional de conmemoración de la lucha contra la esclavitud y de su abolición.» El 28 de noviembre de 2006, la Asamblea General designó el 25 de marzo de 2007 Día internacional de celebración del bicentenario de la abolición de la trata transatlántica de esclavos (resolución 61/19 Documento PDF).
El 18 de diciembre de 2007, la Asamblea General, en su resolución 62/122 Documento PDF, decidió designar el 25 de marzo Día internacional de recuerdo de las víctimas de la esclavitud y la trata transatlántica de esclavos, para que se celebre anualmente a partir de 2008 como complemento del ya existente Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y su Abolición de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
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